Editorial segunda edición

on domingo, 2 de mayo de 2010

Estimado lector:


Hay experiencias que hermanan a la humanidad. Una de ellas es la maternidad. Todo ser humano conoce el amor maternal. Tanto hombres como mujeres hemos visto de cerca el inmenso amor y los cuidados que le proporciona una madre a su hijo.
La Biblia presenta varios ejemplos del amor maternal. Uno de los más emotivos es el caso de Agar. (Génesis 21.17-19) La historia de Agar forma parte del ciclo de historias relacionadas a Abram.
Abraham había recibido la promesa de parte de Dios de que sería padre de un niño. Este sería su heredero . Sin embargo, al retardarse el cumplimiento de la promesa, su esposa Sara le sugiere que tome a su esclava como “madre sustituta.” Agar, la esclava, no tenía opciones. Su condición de esclava la obligaba a someterse a los deseos de su ama. Por eso Sara la trata como si fuera un objeto y había rivalidad entre ellas. Finalmente, Sara le ordenó a Abraham que echara a Agar a la calle. este le dio un poco de comida para el camino y Agar se encaminó al desierto. Vencida por el hambre y la sed, Agar se echó a morir , Dios vino a su encuentro proveyendo agua en forma milagrosa, dándole así un nuevo futuro ¿Por qué Dios vino en auxilio de Agar? Hay varias respuestas posibles:
Podemos decir que Dios ama a todo el mundo.
O podemos explicarlo a base de la misericordia de Dios.
Quizás sea parte de su plan para la vida de Agar.

Ahora bien, creo que la respuesta es más profunda que eso. Dios intervino a favor de Agar porque Dios conoce de primera mano el amor que siente una madre por su hijo. Dios conoce el amor maternal porque ama a la humanidad como una madre a sus hijos.
En este sentido, este mes celebramos el día del amor de Dios, encarnado y revelado en al amor de una madre. Del mismo modo que una madre ama, cuida y protege a sus hijos e hijas, Dios te ama, te cuida y te protegerá por siempre. Amén.

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