LA ORACIÓN UNA FORMA DE HABLAR CON DIOS

on martes, 3 de agosto de 2010

¿Qué es la oración?
Respecto a la oración se han escrito muchos libros y se han tratado de aplicar muchas definiciones.
No obstante la más sencilla y práctica es que “La oración es hablar con Dios”. Al hablar de oración nos referimos a una relación de emisor (usted y yo) a receptor (Dios) Cuando oramos tocamos la las fibras mas sensibles del corazón del amado Señor. Cuando oramos, entramos directamente en la presencia de Dios. Es uno de los grandes privilegios de los que participamos los cristianos. Sin pedir audiencia, el Creador del Universo nos atiende: escucha nuestro clamor y nos responde.

¿Cómo debo orar?, ¿Hay alguna fórmula para que Dios me responda? ¿Qué palabras usar?
A veces nosotros complicamos algo que nuestro Señor quiere que sea sencillo, tanto como la conversación de un niñito con su padre. ¿Te imaginas la conversación de un padre con su hijito utilizando términos complicados y teológicos? Seguramente que no.
Allí podrás escuchar palabras de mutua admiración pero muy sencillas, tales como: “Papito… ¡te amo!”… ”¡Te quiero hasta las estrellas!”… ”¡Hijito eres hermoso!”… “Te quiero mucho, mucho… ¡ven y abrázame!”. Esa es la clase de conversación que nuestro Padre Dios quiere que aprendamos. Es lo que nace de lo más profundo de nuestro corazón. Erramos cuando pretendemos creer que la oración es una fórmula mágica que bastan unos cuantos ingredientes para completar la pócima. Ahora bien, con el propósito de facilitar la comprensión del proceso de estar en la presencia de Dios, describiremos a continuación los elementos que rodean la oración:

1.- Alabar a Dios: 
Al entrar en la presencia de Dios, nos ponemos en contacto con Aquél que creó todo por los cual merece ser exaltado, “Alaben la misericordia de Jehová y sus maravillas para con los hijos de los hombres” (Salmo 107:8). Lo alabamos reconocido por sus hechos en los cielos y la tierra. Él siempre ha estado presto a responder nuestras oraciones. Cuando le alabamos, manifestamos nuestro agradecimiento por todos los beneficios, pasados y presentes. Hacerlo, honra al Supremo Hacedor: “El que sacrifica alabanza me honrará” (Salmo 50:23).

2.- Adorar a Dios
Al adorarlo, fijamos solo en Él nuestra mirada, dejando a un lado la preocupación humana de pensar en nosotros únicamente. “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos de los siglos” (Romanos 11:36).

3.- Intercesión ante Dios
Al hacer alusión a la intercesión, estamos refiriéndonos al acto por el cual nos ponemos en la brecha a favor de alguien. Suplicar es pedir a Dios los deseos de nuestro corazón. La Palabra nos indica que
el Espíritu Santo es quien nos ayuda, intercediendo por nosotros (Romanos 8:26).

4.- Acción de gracias
La acción de gracias es el momento en que le  expresamos gratitud a Dios, incluso por los milagros o respuestas que esperamos pero que de antemano, tenemos la certeza de que ocurrirán como  respuesta a nuestro clamor. El propio Señor Jesús era grato para con el Padre. En el momento de resucitar a Lázaro, oró así: “Padre, gracias te doy por haberme oído” (Juan 11:41). A Dios debemos darle gracias por todas sus bendiciones.

¡Es tiempo de orar!
Los cristianos, como soldados de Jesús, debemos ponernos en pie, firmes, dispuestos a librar la  batalla contra Satanás y sus asechanzas. Y no hay mejor herramienta que la oración.
Por eso te desafío para que durante la semana pongas en practica esta lección, elijas un día de la semana e intercedas específicamente por nuestro culto especial del día sábado 7 de agosto, los  demás días tómalos para ti e intercede por tus necesidades y las de nuestro Ministerio de jóvenes.

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